CORTO Y CONFICCIÓN

Omar Muharib

29 julio, 2004

Tributo

Soy una huella de tu paso. Llevo tu nombre y una parte diluída de tu ira; y creo ser más de la parte que tenías de tu hermano que de tí mismo. Pero soy tú, pasado por el fino tamiz de las mezclas de los pueblos, de la unión íntima de las gentes que se necesitan y se alían en esta guerra.
Heredé tu vocación libertaria y si bien no me libré de tu temperamento explosivo, la cobardía sutil que guía mis pasos ( algo así como un acendrado instinto de conservación) me ha dejado tomar pocos contactos con la violencia.
Recuerdo unas prodigiosas escopetas que nacieron de tus manos hábiles, tu impenetrabilidad y un dolor tenue por no ser el primogénito, para disfrutar de sus prebendas.
He imitado tus pasos a los seis y a los cuarentaitantos, y la primera emulación fue fallida, pero la otra la saqué clavada.
Puede que nos veamos en el futuro, lo que sin duda modificará mis circunstancias actuales, quizás entonces, podamos hablar de todo lo que perdimos la ocasión de decirnos. Hasta siempre.

23 julio, 2004

Musas y diosas

Hay una superioridad soterrada en la inferioridad física de las mujeres con respecto a los hombres; estos pueden (y no se han cortado a lo largo de la historia) doblegarlas a través de la fuerza, pero no han podido nunca con su determinación y perseverancia. Dotadas de una longevidad y resistencia mayor que la de los machos, han tenido desde siempre que desarrollar armas sutiles con las que equilibrar la balanza del poder con estos. Es la personalidad, aliada a la belleza en sus diferentes formas, la que hace que una mujer se convierta en una deidad para unos y un ente demoníaco para quienes están enfrentados a su poder. Las diosas de la belleza física, son los futbolistas del Olimpo, con un período de caducidad grabado en sus coronas de princesitas del capricho masculino. Su reinado celestial está acotado por la pervivencia de sus atributos o la sabia elección de la cosmética. En cambio, las diosas de las ligas profesionales son las que consiguen aunar a su atractivo, todas las ventajas con que natura ha decidido compensar a las féminas. Capaces de modular sus deseos, conocen los secretos de la seducción y saben como minar el músculo, domar los venenos y los caballos de Troya.
Eternas musas de sus aspirantes a súbditos, sufren como todos, pero sacan conclusiones provechosas de los sinsabores y aprenden (en general) más deprisa que sus compañeros de viaje. Su habilidad esencial consiste en saber escoger el punto justo en el que descargar su poderío o, llegado el caso, crearlo. Hay en el hombre más insignificante, un deseo vehemente de domeñar a las hembras en general y a las dominantes en particular, porque ello les encumbra en el terreno áspero del dioserío de las gónadas externas. Pero no hay conquista capaz de inhibir la siguiente, y se ven abocados a adorar a muchas, en un politeísmo lascivo y atolondrado.
Creo que el estado de musa y de diosa es un acontecimiento simultáneo en la pecepción de los adoradores, la elección final siempre reposa entre las impenetrables sombras del patio trasero de la mirada de estos magníficos enigmas que nunca pude poseer del todo. Porque no puede poseerse aquello que sentimos superior a nosotros, por naturaleza o elección propia.

19 julio, 2004

Sobre la inmortalidad de los gorriones

Habiendo estudiado concienzudamente la demografía de las aves de mi barrio, he llegado a una única conclusión: La inmortalidad de los gorriones.
A lo largo de dos décadas involuntarias de estudio, he visto gatos zamparse a las estúpidas y odiosas palomas, he contemplado los cadáveres de los negros y melodiosos barítonos de la madrugada; y hasta las urracas, con sus elegantes casacas tornasoladas, me han enseñado su vulnerabilidad en una tarde de Verano. Lo que nunca me ha sido dado ver, es a la muerte acunando a un gorrión.
Debí haberle preguntado al respecto al Piponcio Majareta, un gorrioncillo que se coló en mi casa en una mañana de hace justo un año.
El que comiera migas de pan y trozos de queso de mi mano era sorprendente, pero el que viajara a hombros como un papagallo de novela antigua, se dejara fotografiar; y que mordisqueara mi cadena y los cables del ordenador, me dejó perplejo.
Vino para anunciarme que se acababa un amor que nunca había empezado; pero hizo tal alarde de desfachatez, que no pude menos que ceder a su embrujo, poniendo al romance frustrado en el segundo plano que al parecer, le correspondía.
Este es mi modesto aporte a la sociedad que me cobija, mi pequeña contribución a la sabiduría del procomún en agradecimiento a su hospitalidad: Los gorriones son inmortales; y enseñan, a quienes quieren aprender, que los sueños van y vienen, y tenemos que aprender a aceptar y disfrutar sus escalas en nosotros.

18 julio, 2004

Las manos

Recuerdo que me miraba las manos, y las veía pequeñas, eran manos de niño. Herramienta magnífica que tanto servía para la confección de una cometa como para cazar luciérnagas.
Crecí en el suburbio, aspirando tan solo a los trabajos rudos y malpagos, que embrutecen y garantizan un mañana parecido, pero las manos no me crecieron. Llegué sin saber cómo a la Universidad, y recordé de donde venía, pero si no lo hubiera hecho, también me hubiera apuntado a la izquierda; las mozas eran más de mi gusto mientras más comunistas eran.
¡ Qué combativo era Dios mío! ¡ Qué fiereza en la mirada, y qué ardor en mi grito, cuando levantaba aquel puño pequeñito!. La muerte me anduvo rondando, y un día, en que me la encontré en unas escaleras mientras me escondía agitado de las fuerzas del orden (establecido), la miré de frente. Juro que no tuve miedo, quizas por primera vez. Me dijo que cerrara los ojos y me mostró la secuencia de mi muerte; me vi en una caja ,con el color gris verdoso de los difuntos, la nariz afilada y el gesto sereno. Mis manos eran grandes, desmesuradas para la tarea que tenía ante mí, alguien me había puesto un anillo con la cruz de Caravaca. Una corona de flores decía "Nunca te olvidaremos Carlos Miguel", abrí los ojos y le dije que yo no me llamaba así; se rió, y me dijo: " ¿Qué más quieres?; entonces hizo algo que no esperaba, me cogió ambas manos y se quedó mirándolas un momento, luego me besó en la frente. Cuando se fue, me saludó levantando la mano izquierda, era una mano como las mías,… bueno, como las mías antes de aquel día.

13 julio, 2004

Silencios

Hay muchas clases de silencios; el silencio cómplice, el silencio confuso, y hasta el silencio anhelante o el desprestigiado silencio de los matrimonios. En todos ellos hay pensamientos variopintos e inconquistables por parte de unos y otros.
El silencio es una moneda extraña, con la que se puede pagar o dejar a deber, una mano que acaricia o una garra siniestra, una piedra con la que construir un altar o un muro insalvable. Puede ser también un refugio para la timidez o la mentira, para la discreción o el desprecio. Yo suspiro por el silencio en el que pueda oir los pasos suaves de tu respiración, el leve sonido de tus pestañas batiendo el aire, cortándolo en innúmeras pequeñas rebanadas; y a mi corazón…, quiero oirlo retumbar cuando mis ojos se encuentren con los tuyos, a través de la penumbra de ese aire en rodajas, que alimentará suspiros y palabras, cuando demos un concierto de tambores…ya sin fronteras de aire entre nuestros parches.

Nada

Tiempo antes de que dejara de verte había aprendido que mi corazón no es capaz de grandes hazañas, ni de confirmar los valores esenciales de la humanidad, sintiendo lo que es obligado sentir. Debo pertenecer a ese gremio oblicuo que desaira de algún modo a los bienpensantes y a los otros; y no es capaz de integrarse, ni en lo bueno ni en lo malo de las gentes. He desarrollado todas las taras y los vicios de todos los estratos, sólidamente, como quien desea dejar claro su empeño en no ser nada. Y fué por amor.
Amor a todo y a nada (que es lo que se obtiene al apostar por "todo").
Nada que huela a definitivo; nada que esté garantizado de por vida, tuvo ni tiene buena prensa en los callejones de mi forma de ser, o de no ser, como quiera verse, y sin embargo en mis sueños más cuidados, el amor siempre es eterno.
Hace ya muchos años que no nos vemos, y puede que ya no volvamos a vernos, pero no te he olvidado; y en estos momentos difíciles recuerdo con una cierta envidia, aquella tu fortaleza.
Te quiero y te he querido, …seguramente , nunca lo suficiente.


11 julio, 2004

El Club de los solitarios

El Club de los Solitarios no tiene sede fija, se reparten sus instalaciones entre los apartados pasillos de los parques, cuartos protectores llenos de música y libros, así como los rincones retirados de los bulliciosos patios de colegio. Sus miembros, a veces, son elegidos por los que no son ni serán nunca miembros del club, otras, por la autoproclamación de cada aspirante.
Los solitarios, como los enanos, tienen un sexto sentido que les hace reconocerse entre sí, pero no cruzan enigmáticas señales de su Logia al encontrarse, solo se miran de lejos con una simpatía no exenta de recelo. Podría decirse que el lema del Club es : "Hágase socio si quiere, pero a mí déjeme tranquilo"
Sin estar claramente reglamentado en las directrices del Club, sus adeptos viajan de incógnito en el Metro y los autobuses, pero es notoria su presencia en las primeras sesiones de los cines de Lunes a Jueves.
No se debe confundir a las personas solas con los solitarios, los unos son esclavos de su condición, mientras que los otros se ciñen su corona de espinas porque no admiten más tiranía que la propia, y reinan sobre sus dominios con leyes y manías de hierro.
En numerosas ocasiones ha habido intentos de congregar a los miembros del Club, pero nunca pasaron de ser estratagemas comerciales destinadas a los gregarios frustrados; los genuinos, los verdaderos adeptos no tiene vocación asamblearia y desoyen sistemáticamente los fatuos y engañosos llamamientos que prometen: un retazo de humanidad a su disposición a precios módicos.
El Club garantiza a sus socios discreción absoluta y sueños extraños, poblados de seres que, existiendo en la vida real, se comportan de un modo distinto al de la vigilia y con quienes es posible comunicarse.
No es posible asegurarlo debido a la rigidez de sus estatutos de confidencialidad, pero se rumorea que el Club de los Solitarios, dota a sus afiliados de perros y gatos preparados genéticamente para entender advertencias, consejos o conversaciones de lo más complejas.

Nada se sabe acerca de la composición de la Junta Directiva, organigrama jerárquico o relación de asociados del Club de los Solitarios; muchos de los que han tratado de adentrarse en el misterio, han desistido por encontrar infranqueable el muro de silencio en torno a él, otros, han desaparecido de la vida pública dando a entender que, habiendo establecido contacto con el espíritu de la organización, pagan un tributo de secreto, impuesto o voluntario.
Un estudio semicalcinado, encontrado entre las ruinas de una biblioteca de Sarajevo, parece ser el único referente fiable de su existencia. En los fragmentos salvados de las llamas, el arquitecto Hans Poelzig, exponía algunas consideraciones que delataban un preciso conocimiento de los intersticios de este mundo oculto.
Entre las revelaciones más destacadas figura el hecho de que, las aparentemente penosas muertes de ancianos solitarios en el mayor de los abandonos, son estrategias planificadas con esmero, que reproducen, paso a paso, unos preceptos establecidos; que gran parte de los suicidios son en realidad ejecuciones ejemplarizadoras de la obligación de no esperar nada del Club de los Gregarios, o bajas voluntarias a unos códigos demasiado estrictos para ser cumplidos a lo largo de una vida.
Sorprendente es también la sugerencia que se extrae (entre líneas) de algunos párrafos, sobre la similitud alarmante de nuestra sociedad "avanzada" y satisfecha con el dogma implacable del Club de los Solitarios; es al parecer una alusión velada al "Sálvese quien pueda" que rige ambas entidades. Que cada uno, en solitario, saque sus conclusiones y opte por su elección, el Club, pacientemente nos espera.

10 julio, 2004

Noche de guardia

Mientras espera la medianoche, el Dr. Muharib escribe, está orgulloso de no haberse saltado ninguna toma de los medicamentos de su paciente, y es que desde siempre se ha puesto metas fáciles por carecer de la energía necesaria para las grandes gestas; pero se le ve desalentado, incapaz de construir una sola frase con el filo suficiente para atravesar el mundo y las corazas de otras sensibilidades. Está curiosamente inmerso en un desencanto que no habría de sentir si no midiera el mundo con la vara torcida de sus deseos, cuando nota una presencia que, sigilosa, hurga debajo de la almohada de su pequeño unicornio convaleciente.
_Perdone, pero ¿Ud.quién es?
_ Buenas noches, soy el Ratoncito Pérez, para servir a Dios y Ud.
_ ¡Marditos roedore!.

Ex Hombres

Cuando un hombre pierde su juventud, entra en un terreno pantanoso. Le siguen gustando las mujeres jóvenes porque como animalito, está programado para el apareamiento con hembras fuertes y saludables; pero estas ven en él, como mucho, un hipotético mecenas y no un hombre.
No hay indignidad mayor para un hombre maduro que hacer el imbécil tras las jovencitas, pero no es algo que pueda manejarse desde el puente de mando. Esa convulsión involuntaria en pos de un ridículo asegurado, es una obstinación de la Naturaleza que no siente ningún respeto por los individuos, su proyecto es mucho más amplio y no acostumbra a contar los muertos, menos aún patetismos que no son de su incumbencia. Solo ante el espejo, un hombre de mediana edad puede intentar engañarse, pero en el fondo se da cuenta del inexistente atractivo que el cristal le devuelve; entra la barriga, se pone de medio perfil, ensaya un gesto de hombre duro y se marcha ante el desaliento que le produce ese aspirante a ruina que tiene enfrente. Diferente es, no obstante, cuando uno no puede verse y fantasea con la posibilidad de agradar a las mujeres que le gustan, (un porcentaje cada día más elevado a medida que se hace carne su convencimiento de no gustarle a nadie). Uno se convierte en una promesa de estabilidad, en un compañero fiel, en un supuesto protector o una víctima, pero nunca más volverá a ser un hombre. El amor solo es real cuando la supervivencia no está de por medio; cuando lo único que se pretende alimentar, son los sueños. Algunos hombres, entonces, se dan a la bebida, otros aprenden Yoga o Chino Mandarín, o se torturan alegremente en el gimnasio para prolongar la agonía . Pero la mayoria se muere; unos se suicidan, y otros firman su certificado de defunción como hombres para convertirse en ciudadanos que empujan un carrito en el hiper, llevan a los niños al parque, o descerrajan bocinazos a diestro y siniestro ante cualquier retención; ¿a que tendrán tanta prisa si no van ya a ningún lado?. Da igual lo que hagas, vayas de putas o te mates a pajas, el amor está ausente de la piel para siempre. Todos saben que nunca falta un roto para un descosido, que hay de todo en la viña del señor, y todas esas promesas veladas de encontrar retazos del Paraíso Perdido; pero eso que te dicen podrías encontrar a la vuelta de la esquina, no es ni parecido a lo que has perdido. Claro que hay mujeres de tu edad, y mayores (aunque ya , las mujeres de tu edad te parecen demasiado mayores) que están dispuestas a compartir tu vida o mejor, el producto de tu esfuerzo, pero no es de eso de lo que estamos hablando. Hablamos de una piel tersa, la tuya, en contacto con un pecho caliente de mujer que te abraza sin esperar nada más que el próximo abrazo, que te mira en la oscuridad y puedes ver el brillo intenso del amor en sus ojos. El amor es querer ser dos porque no se confía en las propias fuerzas, pero uno no es conciente de ello y debiera ser perdonado como aquellos que matan en un ataque de enajenación mental. Y se perdona el amor, y se mitifica, y se malentiende y se confunde pero no puede comprenderse; no puede desentrañarse una ecuación con semejante cantidad de incógnitas, tantas como bobas y bobos enamorados… a quienes envidio profundamente. No tanto por estar enamorados, porque aun recuerdo las angustias y los miedos a los que te somete el amor, sino por vivir en ese candor que te permite pensar que no estas solo en realidad. Un cineasta dijo una vez: "se vive como se sueña, solos" y no lo comprendí bien en su momento, pero por algo se me quedó la frase rondando los arrabales del entendimiento, como una herencia sombría de la que solo podrás disfrutar a la mayoría de edad de la razón. Esclavos de un futuro inexistente, de la razón y la pesadumbre, los hombres maduros se arrastran por las callejuelas de la desesperanza en busca de placeres inmediatos, sin entender lo que ha pasado con sus anhelos más profundos, que ha sido de ese mundo claro que nadie más , al parecer, veía. Tampoco nosotros, ahora, somos capaces de verlo, como uno de esos sueños en que se te revelan las grandes verdades que no eres capaz de recordar al despertar.

08 julio, 2004

Test (Es Ud. un indeseable)

Al entrar o salir del Metro, ¿suelta Ud. la puerta en la cara del que viene detrás? (práctica mayoritariamente femenina).

Si por casualidad encuentra un lugar para aparcar con espacio para dos vehículos, ¿aparca Ud en el medio?.

¿Toca Ud. la bocina en cada esquina (por si viniera alguien)?

¿Vacía Ud. el cenicero de su coche en el bordillo de la acera?

Cuando hay un atasco y el semáforo se pone en rojo, ¿avanza Ud. bloqueando el cruce de los que tienen derecho a pasar?

¿Aparca Ud. en los pasos de cebra o rebajes del bordillo para que crucen sillas de ruedas o carritos de bebé?

¿Deposita en el patio de su edificio , o frente a él, ese sillón asqueroso e inútil cuando nadie le ve?

¿Deja el coche en doble fila y se va tranquilamente a ver los toros o al bar siendo víctima de una sordera repentina?

¿ Tira Ud. al suelo la publicidad que encuentra en su buzón a medio metro de la papelera al efecto?.

¿Lleva Ud. a aliviar los esfínteres de su perro o cocodrilo en la acera de enfrente del parque con cagódromo de su barrio?

¿Deposita Ud. entre el contenedor de cristales y el de papel y cartón, cajas sin plegar, bolsas de basura y toda clase de materiales que no son ni vidrio ni papel?.

¿Avisa Ud. a su familia que ya ha llegado con insistentes toques de claxon en vez de levantar el culo del asiento y tocar el timbre?

¿Apaga Ud. su cigarrillo en el suelo del ascensor?.

¿Sacude Ud. el mantel desde su balcón a la casa del desafortunado que vive en el primer piso y tiene una terraza que sobresale al resto?.



Reflexiones enfermizas

Cuando un hombre decía de una mujer, que estaba en edad de merecer, lo que quería decir es que él consideraba que estaba en edad de merendársela.

La mejor etapa de la relación con una mujer, es cuando la amistad y la complicidad son los sentimientos predominantes; y no me refiero a ese momento en el que uno de los dos sostiene la idea trágica (para el otro) de que: “…es mejor que quedemos como amigos”. Como si la víctima propiciatoria pudiera alentar lazos de fraternidad con el brujo que está a punto de arrancarle el corazón sobre una pirámide de desesperación , para sosegar a algún ignoto dios aficionado a la casquería.

El suicidio es la más más indiscutible de las eutanasias posibles.
El suicidio es una eutanasia íntima
El suicidio es la eutanasia por excelencia
El suicidio es la eutanasia sin interferencias legales.
El suicidio no es cosa de la incumbencia de Dios.
Resumiendo, el suicidio es la eutanasia por excelencia, sin interferencias de orden jurídico ni mamoneos religiosos importunos.

Comprar libros es un “ir de putas” de la sensibilidad.

Pessoa dijo que no era el amor sino sus alrededores lo que valía la pena, yo agrego que tenía razón, que prefiero sus arrabales; porque el amor es como un palacio, suntuoso y deseable, pero muy complicado de mantener.

Hay más indeseables de lo que sería deseable.
Hay más indeseables de los que nos podemos permitir.

Zombies

No era una casa acechada por unos cadáveres andrajosos, no sonaba música inquietante ni la iluminación dejaba abierta la posibilidad a un golpe bajo de apariciones repentinas aterradoras. Era un programa de televisión de esos al uso en nuestro prematuramente decadente siglo XXI, donde unas cuantas personas, a las que se les había muerto la dignidad, vociferaban y se insultaban por unas monedas. A alguien le he oído que lo que yo llamo monedas, son en realidad sumas mucho más importantes que las que gana la gente que hace cosas positivas, pero mantengo mi idea devaluatoria; ninguna cantidad es suficiente para dar en público, un espectáculo tan lamentable de miseria cultural.

Nescencia necat

A pocos en esta vida he considerado lo suficiente para sentir la necesidad de aprender de ellos. Nunca han sido mis maestros, triunfadores, porque he sentido desde siempre la derrota como mi destino natural; de ese modo, he vivido como grandes hitos de la existencia, momentos en que la alianza de la fortuna y los acontecimientos, me obsequió horas amables. He perdido el interés por descollar, porque no quiero que nadie cuente conmigo, ni para las grandes gestas ni para los actos de celebración de éstas. No creo en el género humano como no creo en la vida de los santos, porque ambas huelen al fraude que sustenta ambiciones puntuales inconfesables. El mundo y la historia están dentro de mí, y he sido testigo de las grandes miserias de los hombres sin necesidad de consultar una enciclopedia revisionista de la conducta humana. Hay tanta ignorancia y estupidez sobre la faz de la tierra, que parece impensable que algún día pueda acabarse. Nescencia Necat , decían los latinos, y no se equivocaban, pero no mencionaron el hecho de que la ignorancia , no solo mata a los ignorantes, sino que arrastran consigo a los que ya habían salido de las negras simas de lo bárbaro.
Pessoa, escribió que la soledad desola, pero la compañía oprime, y he tenido la triste oportunidad de estar absolutamente de acuerdo con tan penosa confesión. A veces, el estar acompañado me anima, y el tiempo se desliza suave; pero cuando llega la hora de estar solo, me desespero si no puedo lograrlo. Sea lo que fueren, los demás son siempre resistencias a nuestra vocación de dioses indiscutibles. La humildad es siempre una estretegia y la violencia una táctica, pero ambas persiguen un mismo objetivo, adueñarse de las voluntades para satisfacer a un ego que crece si encuentra las condiciones propicias. He visto y sufrido magníficas transformaciones de seres humildes que crecieron hasta revelarse como los déspotas ladinos que siempre fueron.

02 julio, 2004

Insomnio

Veo de lejos una ventana donde aún permanecen las luces encendidas; me pregunto quien está detrás, despierto a esta horas de la madrugada. Una rama de acacia se mece delante por momentos y veo cruzar una sombra tras los cortinados. Es un edificio grande, y sin embargo solo esta luz se muestra como un faro en la noche dormida. Mi ventana es también un punto de referencia en la negrura opuesta y quizás el misterioso habitante desvelado se pregunta acerca de mi circunstancia. En la soledad de mi cuarto dialogo con este compañero invisible de soledades, porque no me imagino que sea alguien acompañado quien habita esta hora.
No se me dá tampoco por atribuir a esta luz en la noche otro carácter que el de rebelión espiritual; nada más prosaico que un jubilado insomne o una madre abnegada que cuenta las gotas de un medicamento mal planeado, demasiado tiempo para esta simple tarea.
Robarle horas a la noche es un acto de afirmación, es un crédito a alto interés que se le pide a la vida cotidiana, porque la ciudad no tendrá piedad de mí poco antes del alba. La sucesión de motores ronroneantes, bocinazos indecentes y el odioso timbre de el edificio de enfrente que suena más fuera que en las casas a las que se llama harán imposible conciliar el sueño.
El faro ha cerrado, y me siento el último náufrago de la noche que continúa en pié, aferrado a su islote de silencio y ojos rojos. Ya no sé si la acacia sigue meciéndose ante la ventana oscura, quizás también se haya dormido, preparándose para acunar en la mañana a un ejército de gorriones inquietos. Me muevo por la casa con cuidado, como para no despertar al mundo que me regala este momento de sosiego. Releo viejos libros de poemas que se han quedado conmigo por decisión unánime (esa es la ventaja de vivir solo). Encuentro sentidos nuevos a las antiguas palabras con que poetas desconocidos han endulzado mis horas. En el silencio de la noche, los sentidos se abren como flores exóticas, y perfuman la conciencia de una sabiduría nueva que amplía el límite de las palabras a territorios de una percepción más profunda. Me doy cuenta entonces, que soy yo el que escribe intenciones renovadas sobre las palabras estáticas de sentimientos ajenos. Soy en esta noche un poeta ignoto, que construye sus versos sobre escombreras de sueños e insomnios de los poetas idos. Soy, en esta duermevela voluntaria de la razón cotidiana el insigne arquitecto de las veleidades que nunca podré compartir enteramente, soy yo mismo por unas horas, sin que me avergüence de ello.