08 julio, 2004

Nescencia necat

A pocos en esta vida he considerado lo suficiente para sentir la necesidad de aprender de ellos. Nunca han sido mis maestros, triunfadores, porque he sentido desde siempre la derrota como mi destino natural; de ese modo, he vivido como grandes hitos de la existencia, momentos en que la alianza de la fortuna y los acontecimientos, me obsequió horas amables. He perdido el interés por descollar, porque no quiero que nadie cuente conmigo, ni para las grandes gestas ni para los actos de celebración de éstas. No creo en el género humano como no creo en la vida de los santos, porque ambas huelen al fraude que sustenta ambiciones puntuales inconfesables. El mundo y la historia están dentro de mí, y he sido testigo de las grandes miserias de los hombres sin necesidad de consultar una enciclopedia revisionista de la conducta humana. Hay tanta ignorancia y estupidez sobre la faz de la tierra, que parece impensable que algún día pueda acabarse. Nescencia Necat , decían los latinos, y no se equivocaban, pero no mencionaron el hecho de que la ignorancia , no solo mata a los ignorantes, sino que arrastran consigo a los que ya habían salido de las negras simas de lo bárbaro.
Pessoa, escribió que la soledad desola, pero la compañía oprime, y he tenido la triste oportunidad de estar absolutamente de acuerdo con tan penosa confesión. A veces, el estar acompañado me anima, y el tiempo se desliza suave; pero cuando llega la hora de estar solo, me desespero si no puedo lograrlo. Sea lo que fueren, los demás son siempre resistencias a nuestra vocación de dioses indiscutibles. La humildad es siempre una estretegia y la violencia una táctica, pero ambas persiguen un mismo objetivo, adueñarse de las voluntades para satisfacer a un ego que crece si encuentra las condiciones propicias. He visto y sufrido magníficas transformaciones de seres humildes que crecieron hasta revelarse como los déspotas ladinos que siempre fueron.