13 julio, 2004

Silencios

Hay muchas clases de silencios; el silencio cómplice, el silencio confuso, y hasta el silencio anhelante o el desprestigiado silencio de los matrimonios. En todos ellos hay pensamientos variopintos e inconquistables por parte de unos y otros.
El silencio es una moneda extraña, con la que se puede pagar o dejar a deber, una mano que acaricia o una garra siniestra, una piedra con la que construir un altar o un muro insalvable. Puede ser también un refugio para la timidez o la mentira, para la discreción o el desprecio. Yo suspiro por el silencio en el que pueda oir los pasos suaves de tu respiración, el leve sonido de tus pestañas batiendo el aire, cortándolo en innúmeras pequeñas rebanadas; y a mi corazón…, quiero oirlo retumbar cuando mis ojos se encuentren con los tuyos, a través de la penumbra de ese aire en rodajas, que alimentará suspiros y palabras, cuando demos un concierto de tambores…ya sin fronteras de aire entre nuestros parches.