29 julio, 2004

Tributo

Soy una huella de tu paso. Llevo tu nombre y una parte diluída de tu ira; y creo ser más de la parte que tenías de tu hermano que de tí mismo. Pero soy tú, pasado por el fino tamiz de las mezclas de los pueblos, de la unión íntima de las gentes que se necesitan y se alían en esta guerra.
Heredé tu vocación libertaria y si bien no me libré de tu temperamento explosivo, la cobardía sutil que guía mis pasos ( algo así como un acendrado instinto de conservación) me ha dejado tomar pocos contactos con la violencia.
Recuerdo unas prodigiosas escopetas que nacieron de tus manos hábiles, tu impenetrabilidad y un dolor tenue por no ser el primogénito, para disfrutar de sus prebendas.
He imitado tus pasos a los seis y a los cuarentaitantos, y la primera emulación fue fallida, pero la otra la saqué clavada.
Puede que nos veamos en el futuro, lo que sin duda modificará mis circunstancias actuales, quizás entonces, podamos hablar de todo lo que perdimos la ocasión de decirnos. Hasta siempre.