CORTO Y CONFICCIÓN

Omar Muharib

29 diciembre, 2004

Viajero

He llegado a Irlanda por la mañana, sabía que me encontraría estas verdes praderas, esta gente "nosy" y amistosa, estas construcciones lejanas y acogedoras. Las pelirrojas abundaban tal como lo suponía en mis preparativos para el viaje. El aire es limpio y fresco, y me digo que no pudo ser más convencional mi arribo a estas tierras y aguas. Será que no puedo imaginarme bien las cosas, o al menos con una profundidad acorde a las aspiraciones de una intelectualidad más avanzada; la cuestión es que veo una postal. Me voy a otro sitio; a Calcuta no porque ya sé que no seré lo suficientemente imaginativo para obviar lo machacado. No sé viajar, pero me gusta, cierro los ojos y aparezco en mundos lejanos.
Quiero visitar al cierzo, eso es, no voy a ningún lugar en concreto, solo hacia el viento que barre los páramos. Porque sé que las ciudades son todas iguales; prefiero perderme en la luz y en el aire viajero, que pare arbustos y polvo, y cabalga aguas caudalosas. Sé que donde mora, hay corazones amigos, y otros que quizás lleguen a serlo, por eso lo he escogido; y si la próxima vez me decido por los monzones, intentaré que soplen en una boda multicolor, de gentes que se acercan poco a poco a nuestras vidas para enseñarnos la diversidad del mundo...ya estamos otra vez, contando películas, que por atractivas que hayan sido.....

28 diciembre, 2004

Nocturno

Entro sigiloso en la noche, cuando has abandonado tu cuerpo sobre la cama y te has marchado al otro lado del espejo. Cuando sales a recorrer los luminosos campos de un mundo que no existe y es, sin embargo, el mejor lugar donde vivir a veces. Allí todo es posible; podemos volar sin mecanismos competentes, caer desde una torre sin consecuencias, amar y ser amados eternamente o pintar de azul el Amazonas sin que nos demonice Greenpeace. Me siento a la vera de tus sueños sabiendo que no regresarás hasta la mañana, cuando abran las panaderías; y si a veces, en tu revelador dormir veraniego, te recorro con un punto de deseo en la mirada, es por lo general, con una ternura exenta de interfencias hormonales con la que arropo tu piel indefensa ante las sombras. Acaricio tus cabellos, y me gusta pasar el dorso de la mano por tu cuello; de vez en cuando, en noches de audacia inusitada, te beso tiernamente en la mejilla, y me retiro a verte sonreir, sabiendo que he plantado un beso que crecerá en tu letargo como una muralla dulce contra las pesadillas. Te hablo en un susurro, te digo todas las cosas que nunca te diría en la vigilia; y sé que son la avanzadilla de mis huellas en tu corazón, un rastro de palabras sobre el mapa de tu piel en el ensueño, para que te guíen, si quisieras encontrarme.
Aunque es muy temprano, te deseo que descanses, para ver si consigo acercarte la noche a los sentidos; y viajar por tu cuerpo dormido hacia mis anhelos más profundos. Buenas noches.

27 diciembre, 2004

Intriga en el monasterio

Uno no deja de hacerse preguntas, esté donde esté; a esta conclusión he llegado tras vivir más de 20 años en el monasterio. Recuerdo cuando buscaba a Dios porque me parecía insano convivir con la realidad a la que me había confinado al vivir en la sociedad. Pasé a residir en otra comunidad más pequeña, y solo descubrí lo que ya sabía de mi mundo, que el Infierno está siempre en los demás. Hice como muchos santos, hablé con pájaros, perros y plantas, pero nada me dijeron que no supiera. Cuando acepté que yo era lo que había, me planteé otra pregunta: ¿gas o cicuta?, y no pude decidirme. Voy a un mundo nuevo por un sendero luminoso con nombre de mujer, a mis ochenta años. Creo recordar que viví esta sensación hace mucho tiempo, y sé que hubo algo desazonador en la experiencia, pero valen más esas docenas de días de felicidad que toda la paz de Dios y el mundo. Es una experiencia excitante huir de la espiritualidad ante la inminencia de la última oportunidad para sentir la carne, no sé si los hermanos estarán preocupados por mi desaparición o por las cosas que pudiera revelar un viejo cocinero. Ahora que lo pienso:¿ No lo habrán planeado ellos?.

El fantasma

Salí del pequeño camposanto a mediodía y enfilé mis pasos a la carretera que me llevaría una vez más a Chite, adonde había ido a buscar el rastro de mis antepasados . Cuando estaría a unos treinta metros de la entrada, escuché el mismo chirrido que oyera al abrir la verja, me di la vuelta y la vi abierta, no del todo, un par de segundos después, observé como se cerraba sola con un rechinar inverso y pausado, …sonreí. Pasados unos minutos , mientras caminaba a la vera de la calzada, un hombre que no sé de donde había aparecido, acompasó sus pasos a los míos. Tenía tantas ganas de que fuera un fantasma que empecé a hacerle preguntas absurdas antes de darle los buenos días. Por todos es sabido que los seres sobrenaturales son muy ceremoniosos, no aceptan que uno , al menos, no finja un poco de miedo o nerviosismo; es cuando suelen soltar el discurso benévolo para aliviar la tensión del choque de los dos mundos. Noté su disgusto porque no respondía a mis preguntas,… me miró fijamente y palmeándose la parte superior de la cabeza dijo:
-Mucho zol ¿no? .
Uno está acostumbrado por las películas, a que los fantasmas tengan esas voces en “off” profundas e inquietantes, con una dicción estupenda y lenguaje trascendente de guión de Hollywood; a mí , en cambio, me había tocado un espectro guasón de la Alpujarra granadina con voz cazallera y acento tan cerrado que me quedaba en ayunas en la mitad de lo que decía. Se terminó subiendo a un pequeño tractor que encontramos más adelante y desapareció tras una misteriosa y densa nube de gasoleo C. Decididamente, en Europa no se nos dan bien los efectos especiales.

16 diciembre, 2004

Gracias

Hoy tuve la oportunidad de escuchar el alegato de una persona increíble, se llama Pilar Manjón; es la mujer más persuasiva e inteligente que he visto en el mundo de la política, aunque ella no forma parte de ningún grupo político. Como representante de una asociación de víctimas del 11 M, puso a sus pies a la comisión de investigación del Congreso de los Diputados con un vibrante cóctel de emotividad y verdades dolorosas para casi todos. Se explayó en la consideración de múltiples arbitrariedades, que han llevado a este colectivo a mantener una actitud crítica hacia la gestión que han hecho los políticos y los jueces de esta desgracia anunciada. Todo esto lo hizo con una emoción y una elegancia, que me mantuvo pegado a la radio hasta que terminó su comparecencia.
Seguramente los partidos querrán rifársela dentro de unos años, pero me temo que solo tendrán opción todos los que no sean el PP. Bien es verdad que, según mi amigo Xin y con la sabiduría que le caracteriza, me dijo que no sería lo mismo que esta mujer hablara dentro de unos años, de agricultura, ..no sería lo mismo.
La justicia también se ha llevado su parte por el tratamiento discriminatorio que reciben los que destrozan un cajero y los que, siendo también menores, trafican con dinamita y metralla, dolor y desgracia. Los medios de comunicación y los que revelan datos de particulares fueron puestos asimismo en su sitio, o al menos en el que deberían estar de aquí en adelante.
Verla en su belleza doliente, con la entereza suficiente para conmovernos y oirla decir con la voz firme: "yo no vengo aquí a dar pena", ganó mi voluntad y las de muchos. Gracias Sra. Manjón, me hacía falta verla.

12 diciembre, 2004

Too many East, is West

Hace casi media vida, abandoné mi país en el lejanísimo Oriente para vivir entre vosotros. Me enamoré perdidamente, luego llegué a odiaros; y finalmente os he, y me habéis aceptado. He aprendido a discriminar, que en este espacio en el Viejo Mundo, hay, como en todos lados, gente maravillosa y villanos de todas las calañas. Ahora que he aprendido a reconoceros me he instalado cómodamente en el corazón de los europeos tolerantes y ambiciosos de un mundo mejor. Me he acoplado a este Madrid de los brazos abiertos; y bajo mi premisa de que:” uno es de donde se siente a gusto”, navego en el mismo barco que los españoles, aceptando deberes y derechos.
Recuerdo, hace muchos años, una pintada que me hizo mucha gracia, eran tiempos del incipiente abandono del atraso en que se encontraba el país con respecto a la Europa de 1ª División; la pintada decía:
Ya somos europedos
Esos son tiempos idos; ahora, tenemos la oportunidad de quitar esa “d” intrusa y ejercer nuestro derecho a ser un pueblo avanzado, creo que lo conseguiremos y estoy orgulloso por todos nosotros. Buenos días.

Uno de esos

Yo soy uno de esos tipos que ha llorado más en el cine que en la vida, porque me meto en las historias que saben contarme. Siempre sostuve que uno de los mayores fallos de la vida real es que no hay música de fondo; y sin embargo, muchos jóvenes se mueren junto a la música en sus vehículos. Conducir con música es como vivir una película, con tus anhelos y preocupaciones como guión. Nada debiera apartar nuestros sentidos de la carretera, como tampoco nada debe interferir entre la pantalla y nosotros cuando en la butaca viajamos en una historia. Yo soy uno de esos que se cabrean más en el cine que en el día a día, porque no quiero que me hablen, no quiero oir hablar, ni comer, ni que no me dejen leer los subtítulos. Si, soy uno de esos.

11 diciembre, 2004

Raquel

Recuerdo la boca de Raquel, aquel verano lejano de piscina prestada. Recuerdo como miraba extasiado sus labios sensuales mientras ella, echada boca abajo, se tapaba los ojos con los brazos. Solo aquella boca existía; no recuerdo sus comentarios, apenas esa media sonrisa que me volvía loco. He estado enamorado de algunas mujeres en secreto, pero de Raquel nunca podré olvidarme; acontecimiento importante de mi vida que no ocurrió: profundos deseos no cumplidos. Yacía a su lado en un trance de felicidad impaciente, preocupado por saber que aquel momento de proximidad terminaría sin ser yo capaz de llegar ni a su corazón ni a sus deseos.
Siempre creí que yo sería otro si al menos parte de mis frustraciones no hubieran tenido lugar, si esas derrotas desconocidas por todos, menos por mí, no hubieran puesto de algún modo límite a mis aspiraciones.
Pero no puedo, querida Raquel, dejar sin halagar tu memoria de diosa barrial de la belleza, de icono particular de los sueños que me han acompañado desde entonces.
No puedo dejar de mencionar estas emociones que nunca te confesé para que tu ego, si aún existiera, sienta esta admiración tardía como agradecimiento a tantos sueños que a tu sombra crecieron.

08 diciembre, 2004

Tengo

Tengo un vegetar confortable, una casa de alquiler y una tortuga cactus que amenaza con saltar desde el balcón. Tengo una soledad antigua y recurrente, unas cuantas manías y la certeza de no tener futuro. Tengo lágrimas que esperan emociones inéditas y desencantos inevitables, a los que nunca habré de acostumbrarme. Tengo percudidos los hilos invisibles de los que nunca aprendimos a no ser títeres del corazón y la Enciclopedia Británica del 82, que algún iluminado le dedicó a Ronald Reagan. Tengo un cansancio metafísico y una hija hermosa, a la que veo en fines de semana alternos. Tengo un nombre que me han puesto y otro que he escogido para que me represente. Tengo un montón de cosas, que regento por una franquicia que me ha otorgado lo efímero de la existencia; y a veces pudiera parecer que no las defiendo, pero tengo también unos dientes afilados para cuando llegue el momento de cortar el cordón umbilical que me une a mi destino.

07 diciembre, 2004

Mariposas, japoneses y aeroplanos

Con la cabeza poblada de sueños,
pero sueños verdaderos,
de esos que precisan
un hombre durmiendo
para florecer.

Con el desastre acechando
pasan los días de la decadencia,
! quién lo diría ¡.
Estaba tan seguro de mi fracaso,
que alentaba por ello la esperanza
de haberme equivocado
una vez más.

Mariposas, japoneses y aeroplanos,
pecosa, miradas y deseo,
son sueños, murallas que levanto,
para darle largas al estar despierto.

A ese día que habrá de sorprenderme
dueño de un futuro incierto.
Como a un ladrón habrá de descubrirme,
con los ojos rojos la mañana;
sin haber soñado suficiente,
me sumerjo buscando el mediodía
y peces abisales en mi cama.

Sintiéndome culpable doy un salto,
un salto sin red a un café sin ganas
y a la calle, territorio de mujeres
que hacen daño como criminales,
clavándome la angustia del deseo,
soltándome los perros de la carne.


03 diciembre, 2004

Wish you were here

Salí hace un momento a la terraza, y una noche hermosa, fresca, se abría negra y sensual por encima del prosaico perfil de la ciudad. Me hubiera gustado que estuvieras aquí, y compartir esa bocanada refrescante de la noche en calma; conocer el esmero con que besas y atrapar tu vida por un instante. Vampiro irredento que arranca las emociones que le alimentan sin morder el cuello,…bueno, no siempre.
La magia se ha roto ahí fuera, un tumulto de noctámbulos vociferantes se ha adueñado de la paz del mundo, y me doy cuenta de que la gente, en tropel, me resulta irritante, y solo abro mis brazos a la humanidad de uno en uno, pero solo si son capaces de susurros por donde se les escape el alma; si pueden aceptar que estemos en un silencio mullido que no haya necesidad de romper para sentirse cómodo.

01 diciembre, 2004

Apocalipsis

Eran la una y veinte cuando vi caer una bola de fuego desde el cielo. Miré a los demás, pero nadie parecía haberla visto. Me dije a mí mismo que me enteraría más tarde, en el telediario, del lugar del impacto, pero tampoco nadie mencionó el asunto. Había sido todo tan claro que no pensaba en la posibilidad de una alucinación o un efecto óptico y me sentía el dueño de una información exclusiva y privilegiada que me daba una cierta ventaja a la hora del Apocalipsis que al parecer se fraguaba. Pobre gente; continuaban aspirando ingenuamente a un futuro mejor, preocupados por la bolsa y el campeonato de liga, el último cacharro digital y un todoterreno con GPS mientras sus esposas comentaban el último escandalete de un famosillo con titulín nobiliario que : " ¡a ver como terminaría…!" . Yo, que sabía como habría de terminar todo, para todos, caminaba altivo por las calles, como un dios resabiado y magnánimo. Aspirando el aire penúltimo del Otoño final. Nunca había pensado que el fin de la humanidad pudiera darme semejante gozo y paz interior. Me parecía un precio justo a pagar el que desaparecieran unos cuantos miles de buenas personas si en el embate final de la gran ola cósmica que se avecinaba, se perderían para siempre las enormes legiones de seres mezquinos que se habían adueñado de la tierra. No tenía la preocupación de salvarme y me preocupaba el que pudiera haber supervivientes y se repitiera el esquema dentro de un par de miles de años; y es que los dioses de segunda, tenemos un concepto serio y formal de lo definitivo. No aceptamos enmiendas a ningún juicio final y desconfiamos de las intenciones de los dioses de las altas jerarquías. No más muertes de pollos inocentes ni desprevenidos pulpos, no más corderos degollados ni ocas hepatotorturadas para alimentar a seres indignos y crueles, egoístas e insanos.
Eran las ocho y veinte cuando caí en la cuenta de que la señal era para mí, que todo seguiría igual ahí fuera pero se me daba la ocasión de no tener que presenciarlo ya más . Era el treinta de Noviembre. La coincidencia no podía ser fortuita, en este día, sesentainueve años atras, había muerto un escritor por el que siento una enorme admiración. Su torturado pensamiento, lúcido y profundo, había guiado los confusos pasos de mi espiritualidad y mis rudimentarios devaneos filosóficos hacia un callejón sin salida en los últimos años. Ahora, enfrentado a la disyuntiva de una vida de tedio o un final liberador, con el guiño de un personaje de mi galería de ídolos, me parecía una de las elecciones más sencillas de toda mi vida. Había que encontrar un medio poco ofensivo y generoso para con los funcionarios que tendrían que hacerse cargo de los despojos de mi decisión. Caminé pensando en ello durante un par de horas, y comenzó a preocuparme la idea de que a medianoche, se acabaría el plazo que me había sido concedido para que no se confundiera mi sacrificio con un vulgar suicidio. Mi caso no era el de un tipo lleno de deudas o desengaños, a quien las circunstancias pusieran en semejante trance. Mi partida debía ser un ritual privado, pero si yo mismo, no respetaba las cláusulas del contrato con mi universo interior, porqué pretendía que los de ahí fuera, respetaran las normas de una convivencia regida por la desacreditada lógica y el irrisorio concepto de respeto.
Para colmo, corría una brisa dulce y la temperatura era tan suave que daban ganas, no solo de quedarse un poco más, sino de hacer un viaje a la costa y sentir el aroma del mar.