07 diciembre, 2004

Mariposas, japoneses y aeroplanos

Con la cabeza poblada de sueños,
pero sueños verdaderos,
de esos que precisan
un hombre durmiendo
para florecer.

Con el desastre acechando
pasan los días de la decadencia,
! quién lo diría ¡.
Estaba tan seguro de mi fracaso,
que alentaba por ello la esperanza
de haberme equivocado
una vez más.

Mariposas, japoneses y aeroplanos,
pecosa, miradas y deseo,
son sueños, murallas que levanto,
para darle largas al estar despierto.

A ese día que habrá de sorprenderme
dueño de un futuro incierto.
Como a un ladrón habrá de descubrirme,
con los ojos rojos la mañana;
sin haber soñado suficiente,
me sumerjo buscando el mediodía
y peces abisales en mi cama.

Sintiéndome culpable doy un salto,
un salto sin red a un café sin ganas
y a la calle, territorio de mujeres
que hacen daño como criminales,
clavándome la angustia del deseo,
soltándome los perros de la carne.