26 noviembre, 2004

Música

Hoy leyendo al Bukowski del tramo final me enteré de que escribía también con un Macintosh, que escapaba de las reuniones sociales y acababa algunas de sus entregas dando las buenas noches. No nos parecemos en nada, salvo quizás cuando dijo que:"... lo mejor es estar solo, aunque no del todo"; me resultó al menos llamativo que dos caminos tan dispares llevaran al mismo sitio. Quizás nuestro único nexo permanente fuera la música, aunque no me queda claro si la oía al mismo tiempo que escribía.
La mayor parte de las veces no puedo escribir sin música, es más, recuerdo ocasiones en que escribí al dictado de una canción las primeras frases; pero cuando la historia ha nacido, me da igual lo que suene; la única música que puedo oir entonces es la de las palabras, que un tipo dentro de mí dirije con una batuta que nunca puedo asir voluntariamente. Me entusiasmo entonces y trato de teclear al ritmo de sus indicaciones; y disfruto, gozo con algunas de sus ocurrencias rogando que se quede un poco más, creando alguna de esas melodías que usurparé para airear ante el mundo que me creo a mi medida, para atraer la atención de aquellos a quienes admiro o simplemente quiero.