27 diciembre, 2004

El fantasma

Salí del pequeño camposanto a mediodía y enfilé mis pasos a la carretera que me llevaría una vez más a Chite, adonde había ido a buscar el rastro de mis antepasados . Cuando estaría a unos treinta metros de la entrada, escuché el mismo chirrido que oyera al abrir la verja, me di la vuelta y la vi abierta, no del todo, un par de segundos después, observé como se cerraba sola con un rechinar inverso y pausado, …sonreí. Pasados unos minutos , mientras caminaba a la vera de la calzada, un hombre que no sé de donde había aparecido, acompasó sus pasos a los míos. Tenía tantas ganas de que fuera un fantasma que empecé a hacerle preguntas absurdas antes de darle los buenos días. Por todos es sabido que los seres sobrenaturales son muy ceremoniosos, no aceptan que uno , al menos, no finja un poco de miedo o nerviosismo; es cuando suelen soltar el discurso benévolo para aliviar la tensión del choque de los dos mundos. Noté su disgusto porque no respondía a mis preguntas,… me miró fijamente y palmeándose la parte superior de la cabeza dijo:
-Mucho zol ¿no? .
Uno está acostumbrado por las películas, a que los fantasmas tengan esas voces en “off” profundas e inquietantes, con una dicción estupenda y lenguaje trascendente de guión de Hollywood; a mí , en cambio, me había tocado un espectro guasón de la Alpujarra granadina con voz cazallera y acento tan cerrado que me quedaba en ayunas en la mitad de lo que decía. Se terminó subiendo a un pequeño tractor que encontramos más adelante y desapareció tras una misteriosa y densa nube de gasoleo C. Decididamente, en Europa no se nos dan bien los efectos especiales.