12 noviembre, 2005

Remanso

Me encuentro a veces en un estado intermedio entre el sueño y la vigilia; los olores y los sonidos son consistentes, pero mi visión aparece poblada de fantasmas oriundos del mundo paralelo de la medicación y el sueño. Me ha visitado mi madre, muerta hace muchos años, y lloré en su regazo mientras su mano acariciaba mi cabeza como solía hacer. El olor del hospital anulaba el olor a cocina de sus manos, y el incesante biiip..bip...biiip.. de una máquina próxima eran sus palabras. Podía entender en aquel sonido machacón, las palabras de mamá, creo que debido a las vibraciones que me llegaban de su cálido contacto. Supe que ella era capaz de leer mis pensamientos; la muerte, al parecer, no ha podido robarle aquella antigua cualidad, que hacía imposibles los secretos y la impunidad ante alguna travesura. Debía pensar en aquello que quería decirle para que ella lo captase y contestara en sus bips..,bips y caricias reconfortantes. Desperté esa tarde con los mismos olores y mi madre arrullándome, pero al abrir los ojos, me encontré a Clara, que la había sustituído.
-Clara, querida, deberías tener un hijo, le dije; y repetí su nombre en mi argumentación varias veces; ahora que lo recuerdo, quiero que me lo oiga decir, porque sé que tienen que sonar a amor y agradecimiento, esas cinco letras que he recuperado . Ella se da cuenta y me sonríe: ..bip..biiip.