23 octubre, 2005

Huckleberry Simpson

Hoy he tenido la tranquilizadora revelación de ser uno más; como el último imbécil o el hombre más poderoso de la tierra. No voy a caer en la tentación de sugerir que estos títulos puedan recaer a veces en el mismo individuo. Lo mío va más allá.
Hoy se me ha sosegado el alma cuando me di cuenta que somos en definitiva, no más que un frágil eslabón de una cadena que sólo se romperá cuando lo decidan fuerzas fuera de nuestro alcance; no, no voy a ponerme místico, aunque, si lo hiciera, tampoco me faltaría razón. La apreciación de lo superior admite tantas interpretaciones como seres que se plantean semejantes cuestiones. He sabido al mismo tiempo, cual es mi obligación; cada uno sabe la suya, y el que no la sabe, igual la cumplirá.
Me dejo llevar a partir de hoy por este ser interior que espera los milagros con la misma paciencia con que ve girar lejana, la rueda de la fortuna. Me inclino hoy ante Bart Simpson, cuando encarnando a Huckleberry Finn, recostado a la sombra de un árbol, dijo con su voz de niño cazallero : ¡ Ah..la dulce delicia de hipotecar el futuro !