22 abril, 2005

El secreto

El día de mi boda fue el comienzo de una vida ajena y ajetreada; me casé en la catedral de Reims, y parte de mi familia tuvo que atravesar medio país para estar allí; no me opuse. Al poco tiempo estaba francamente cansado de todas aquellas apariciones en público, formalizando esta o aquella situación, ante desconocidos que poco a poco se convirtieron en máscaras parlantes familiares.
Marie lo llevaba muy bien, a ella siempre le gustaron las grandes ocasiones; es más, cada quince días necesita alguna de estas apariciones públicas que colman su ansia gregaria y en las que he participado como mero comparsa durante años.
Yo siempre fuí más retraído; y cuando me convertí en rellevado por su afán de musa de la arquitectura de la sociedad vital, comencé a beber. Bebo a solas. Marie dice que somos felices y me guarda el secreto.