06 abril, 2005

Los poetas (y VI)

Nadie sabe si el maltés era capaz de pensar en estas circunstancias, lo que sí es evidente , es que la represalia fué un alivio para todos. Las chispas de sus ojos no habían desaparecido, pero había algo de generoso en el puño cerrado que se descargó sobre la cabeza de Baldomero como un martillo vengador (y delicado) a tenor de las fuerzas del improvisado picapedrero.
Baldomero siguió en el mismo sitio, pero más cerca que antes del nivel del mar, lo que impulsó a uno de los hermanos Collar a espiar por debajo del mantel para cerciorarse de, si se trataba de una flexión inteligente de las rodillas del héroe o si el suelo, había cedido y había un trabajillo a la vista.
Roto el maleficio, la distensión no tardó en llegar cuando un parroquiano, feliz del desenlace relativamente incruento, levantó su copa varias mesas más allá y arengó entusiasmado :
- ¡Brindo por los poetas y por la amistad!.
Giurastante, levantó una copa con un paquete de cigarrillos retorcido dentro, colillas y fósforos muertos. La felicidad, iluminó los rostros de aquellos hombres que sabían que todo había terminado.
Prudentemente, Vallejos hizo mutis por el foro, con tal discreción que, si a alguien le fuera encomendado poner un título barroco a aquella velada, este sería algo así: " Una noche desgraciada, salpicada de actos heroicos y oportunos.