04 abril, 2005

Los poetas (II)

Andres Morales, Braulio Vallejos, Pérez Ureña (el cual se negó desde siempre que se resumiera su filiación), Baldomero Hernández, que escribía poco pero mal y los hermanos Collar, basculando eternamente entre el arte y la "Construcción y Refacciones". Había otro, un tal Granda, que venía poco porque decía que no paraba de escribir; pero la verdad es que era por no empeorar su situación doméstica; su mujer sostenía que sus camaradas eran una panda de borrachos y vagos con una labia florida que los distinguía del populacho pero que, eran el populacho. ¡Ay lo que puede hacerle a una mujer ser maestra en las orillas, frustrada y descendiente de una estirpe de alcurnia!, de esas que la madre de Granda decía eran como la zanahoria: "lo mejor está bajo tierra".
Curiosamente, el tema del fútbol nunca aparecía sobre la mesa; los hermanos eran del Boca, pero los otros no mostraban interés por deporte alguno, salvo quizas, el levantamiento de vidrio en barra fija. Parecía mentira que, tan cerca del Partenón del deporte de masas, La Bombonera, osara un grupo humano escapar al mágico influjo del deporte rey.
Una noche en la que celebraban la publicación de los hermanos Collar de un ensayo conjunto (también en los gastos) sobre la influencia de los bosquimanes en la literatura latinoamericana, un malentendido entre Vallejos y el maltés, dió lugar a un desagradable episodio que puso en peligro el crédito de los poetas en la cueva y la sempiterna buena voluntad y admiración de los sencillos clientes del local.