02 abril, 2005

Rumbo al Eden

Ha crecido en mi jardín urbano una planta desconocida; se eleva hacia el cielo desplegando unas hermosas flores amarillas. Comparte este espacio de naturaleza fraudulenta con un ejército de vegetales diversos y veteranos, así como con once simpáticas plantitas, que florecerán al final del verano en las historias que para tí escribo. El destino es así, cabalga en el aire acarreando semillas diminutas que recalan en los puertos más insospechados. Es un viento extraño que acerca otras vidas a la nuestra, de especies diferentes y variadas; descarados gorriones temerarios, hierbajos testarudos y almas a la búsqueda de corazones amigos. He aprendido a ser receptivo a sus designios y flamea una bandera invisible en mis murallas, que emite señales de bienvenida a los navegantes . Soy un pueblo de indígenas amistosos, que abre sus brazos a los prodigios del Hado que a nadie ignora. Dejo crecer todo aquello que llega a mis costas; también tu corazón podría hallar refugio detrás de mis acantilados; y podría crecer conmigo, darme sombra si quisieras. Pero si al crecer dieras espinas, te abandonaría a tu suerte, y me abandonaría a la mía, que es esperar brisas propicias, que me leguen el modesto paraíso al que aspiro.