30 abril, 2005

Carta a una diosa triste

Hay una epidemia de soledad de la que nadie habla, la OMS ha centrado sus esfuerzos en la neumonía atípica y una cruzada más en contra del tabaco, es decir que los pulmones del mundo son la estrella. Pero ¿donde se aloja ese mal que nos corroe? ¿podemos usar mascarillas o aumentar el precio del infortunio?. La soledad no es una enfermedad, es una percepción que nos aqueja cuando bajan las defensas de la autoestima. La pregunta es ¿porqué bajan?; solos estamos todos, pero se nos afiebra el alma cuando pensamos en ello. El poder de los abrazos, de los sueños, ha probado ser una cura extraordinaria para este mal milenario que se ha vuelto endémico de repente, ahora que no hay tiempo para los abrazos, ahora que las ambiciones han ocupado el trono de los sueños y triunfar es más importante que estar vivo.
Hay dentro de mí una gratitud eterna para la diosa de ojos claros que me besó las llagas cuando el mundo me había abandonado, que me recogió en la enorme casa de su corazón y consiguió que volviera a caminar. Quiero que lo recuerdes, quiero que rememores quien puedes ser si cierras las puertas de las sombras, si retomas la conciencia de ser imprescindible, para los que como yo te lo dicen y los que callan haciéndose los fuertes. Abre las puertas a algún sueño, por pequeñito que sea; cómprate un vestido, juega al fútbol, o si te satisface dale un sopapo a alguien. Date una buena caminata mañana por la tarde y piensa en ello, seduce a alguien, rescata a un náufrago o hártate de dulces, que espero poder ver pronto una sonrisa en esos hermosos ojos, en esos sensuales labios a los que no les sienta nada el gris de la tristeza.

1 Comments:

Blogger Unknown said...

=( Esta epidemia...
también ha llegado a mi..

agosto 31, 2007 6:30 p. m.  

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