21 enero, 2005

Madurez sexual

Todo se reduce a unos cuántos secretos lamentables, Laura quería escribir un libro que se llamaría "La Vida", a los diecinueve años, y yo, descubrir el punto exacto en el que pudiera disfrutar de su cuerpo sin mantener conversación penosa alguna. Lamentablemente, nunca consigo eludir el sentir una especie de desprecio por las mujeres capaces de interesarse por un tipo como yo; pero a veces, veo sus bocas carnosas, la adorable forma femenina, o los pezones insinuándose bajo una prenda fina y me transformo en un Mr. Hide inacabado de manos hambrientas. Mis dientes entonces, buscan el labio inferior y un tropel de ideas lascivas me asaltan, guiando mis ojos hacia los puntos en que la carne abulta en curvas suaves y tentadoras.
Reconozco los mecanismos con que me ha dotado natura en su afán reproductor, pero decidido a hacerles un favor a los hipotéticos reproducidos, me entrego sistemáticamente a un sexo considerado pecaminoso por unos y festivo por otros, así como a la masturbación relajante y placentera. Algo así como un acto de amor propio.
Es una pena que la completa madurez sexual, llegue cuando el fruto en sí está decididamente podrido para el noble acto de la seducción.