22 agosto, 2004

Dados

Anhelo unos besos que no he conocido, que resbale mi pecho mojado contra el suyo en una incruenta batalla de sensaciones. Deseo cerrar los ojos y sentir que solo mi boca existe atrapando y dejándose atrapar por sus labios.
Tengo nostalgia de unos ojos que nunca vi en la oscuridad pactada; saber que la sincronía de ese cuerpo, de ese conjunto deseado de huesos, músculos e intenciones me está dedicada por un tiempo hermoso a ser vivido. Sentirme importante en esos brazos que se aferran a la vida; ser la vida, aunque sea un instante, para ese corazón que late en una diagonal próxima al mío.
El amor es una trampa, y recuerdo la canción de Leonard Cohen:
"Todos sabemos que los dados están cargados,
y aún así cruzamos los dedos al tirarlos…"
Me reconozco un hatillo de piel que contiene vísceras diversas, unos pocos músculos usados, unos huesos cortos y maltrechos y un alma confundida que guía al conjunto por los intrincados pasadizos de este laberinto que nos ha sido concedido. He aprendido en el camino muchas cosas, llevo en el pecho las medallas sombrías de la experiencia, el recuerdo auditivo de las puertas que se cierran, el aroma desgraciado de adioses dichos o sugeridos. Pero también el recuerdo imposible de tu sonrisa, en la mañana, aún no amanecida, cuando un amor soñado nos rondaba, como un perro pequeño, feliz y adorable. Recuerdo claramente cuando no te dije que te querría siempre, y estaba tan seguro al no decirlo de que era verdad…Y lo era, porque en estas cuestiones, es más cierto que nunca lo de …"lo que vale es la intención".
Si, el amor es una trampa, que convierte en pardillo al pirata más temido. Le lleva donde quiere, por los caminos que él cree que elige.