23 agosto, 2004

Carta que no recuerdo haber escrito

Es muy bella la melancolía de tus cartas, porque eso son para mí, cartas escritas a lápiz del alma, que es lo que quiero ver de la gente. No me gusta ver la actuación, sino el guión que mueve a los personajes, porque la actuación puede ser más o menos afortunada, pero los textos a decir tienen un valor intrínseco. Hay quien te mira a los ojos con una pasión que no es capaz de comunicar, pero eso no quiere decir que no la sienta, sino que su mirada no encuentra base sólida suficiente en la personalidad que la sustenta, pero si te mirara en una carta, si te besara en unas líneas sentidas, vibrarían todos tus sentidos al ritmo de ese corazón que a solas se expresa.
Me gusta pasear por este mundo frágil, sujeto por cadenas de cristal
amarradas a sueños y aspiraciones íntimas; me gusta que me busques y buscarte, cuando una sed indescriptible nos puebla el pensamiento de poesía. Quiero oir, al cerrar los ojos, un cuento que me lees desde lejos; y escuchar claramente el acento de la amada patria de la sensibilidad en tu voz, porque somos extranjeros de lo cotidiano, cuando nos buscamos.
Te ofrezco esta cadena transparente, que no ata más que aquello que
queramos. En ella viajan tus ojos misteriosos y la prolija falsedad de mi flequillo. Mezclados los deseos verdaderos con aquellos que surgen de lo lúdico y no deben nunca rendir cuentas; nos besamos a través de esta cadena sin que lleguen a tocarse nuestros labios, pero ¡¡ que agradable sensación!! sentir la suavidad de este cristal en contacto con el alma.