23 junio, 2005

Hoy toca luna

A. me recordó que esta noche habría una luna especial; seguramente habré visto muchas de esas, es una de las pocas ventajas de tener 80 años. Lo especial consiste en que esta vez lo anunciaron por radio y TV y ya sabéis que proclives somos a disfrutar las cosas simples cuando los medios nos lo sugieren. Además lo adornaron con cifras de impresionante precisión astronómica. Uno se siente más sabio, y más del rebaño cuando puede hablar de esto. Siempre quise pertenecer a algo.
Salí con mis prismáticos entre dos luces (cuando un venerable anciano calcula que es tiempo de satélites), ¡vaya timo!
Sentado en un banco de la plaza escuché a mujeres de mi edad hablando de muertes y enfermedades; ví, aburrido, evolucionar enloquecidamente una cuadrilla de murciélagos ordeñando el cielo sin luna. Terminé preguntándome porqué no averigüé el horario, o cuando empezaría yo a hablar como las señoras: Laroxetina, Muzalpan y Tanatorio, palabras musicales que sin embargo rinden vasallaje a historias luctuosas. Recordé como en la antigüedad existía un derecho de los señores a recibir tributo de los muertos, en forma de alhaja u otro bien. Ni al morir nos librábamos. Algo hemos mejorado, nuestra servidumbre se ha dulcificado y ahora pagamos todo en vida; y hasta en veintidós de Junio nos invitan a ver la luna. En todo esto pensé, pero me terminó por dar hambre y subí a cenar, y a enterarme por el telediario, qué hay que hacer mañana.