01 febrero, 2005

El fin

Sintió como una poderosa garra invisible aferraba su brazo mientras tiraba de él hacia las tinieblas más profundas.
Jadeando, presa del miedo, se esforzaba en negar que esa muerte que se le antojaba inoportuna e indigna pudiera ser la suya . ¿ Cuántas preguntas habrían de quedar sin respuesta?, ¿como podía esta tragedia anónima de entrecasa, acabar con su vida, que una vez creyó eterna?
Definitivamente nada era tan desalentador como morirse intentando trucar el contador de agua; por eso optó por darle al evento una pátina de misterio, así como una trascendencia que en verdad no tiene, la muerte de ningún individuo. Con el brazo casi paralizado se apresuró en quitarse la ropa; era casi obligatorio para cualquier muerte ritual aparecer con el traje de llegada, además la manga de la camisa se había manchado con la cera para el suelo que almacenaba debajo de la pila; y no era cuestión de que algún sabueso, presa de un celo excesivo pudiera intuir lo prosaico de sus ultimas actividades. Desnudo y pálido por el terror tuvo presencia de ánimo para mirarse al espejo por última vez. Por un instante, la vaga ilusión de que su vida pudiera pasar ante él como una pelicula proyectada a la velocidad del rayo lo impulsó a cerrar los ojos. Nada ocurrió, salvo la aparición del temor a que, al tener los ojos cerrados pudiera la muerte tomar algún atajo.
Poco a poco el miedo fué dejando sitio a la curiosidad; el dolor del brazo ya no era tan agudo, quizás debido a que la resistencia había cesado y se entregaba al fin. Llenó la bañera de agua tibia y se abandonó a la dulce sensación del agua escalando por su pecho cansado.