20 agosto, 2005

Civilización

Hay momentos en que, con la profundidad aparente de una mente ociosa, me dedico a suponer cuál habría de ser el mundo en el que me sentiría del todo a gusto. Uno en el que las personas actuaran de un modo comedido, con una dosis de respeto por los demás que solo le supongo a los pueblos desarrollados; sí, esos que fueron salvajes y canallas durante siglos y por fin aprendieron que el mejor negocio para el espíritu es avasallar los instintos avasallables, y proponer un estilo de vida que te permite, ir a trabajar y saber que existen muchas posibilidades de encontrar a tu familia y tu casa allí dónde los dejaste, al volver. Estaba tentado de escribir: " al volver por la noche", pero como se trataba de escenificar un mundo ideal, vamos a suponer que la hora de volver, está más acorde con las treintaicinco horas semanales que con las 100.