18 marzo, 2005

El Gran Malowca

El gran Malowca es un diamante que han codiciado los grandes magnates de la aldea única. Estas caprichosas pasiones hicieron repentinamente multimillonaria a Irene Malowca, antigua monitora de un campamento cristiano.
Aquel diamante rebolludo que le diera a guardar un morenito escuálido bajo su protección, había hecho de esta mujer modesta y bien educada, una figura infaltable en los saraos de la clase dominante. De piel muy blanca y cabello oscuro, tenía una distinción que a todos extrañaba al conocer sus humildes orígenes.

Los rayos de sol hacían brillar una constelación de partículas bajo el agua. Diminutas estrellas desperdigadas en aquel universo de aguas revueltas, lanzaban al girar destellos dorados y plateados. Vi la piedra en el fondo por una especie de milagro perceptivo, puesto que era prácticamente invisible bajo el agua. Cuando salí a la superficie, tenía la impresión de que no era un objeto sólido, que se acoplaba sin inconvenientes a los límites del puño cerrado.
Soy aquel morenito escuálido que encontró la piedra. Recuerdo
perfectamente habérsela dado a Irene para que me la guardara mientras seguía con mis juegos en el agua; recuerdo también mi confusión cuando al final del día se la pedí; me aseguró que no le había dado nada y que seguramente se la habría confiado a otra persona. Es evidente que para entonces ella ya sabía, o suponía, que aquel pedruzco extraño tenía un valor que justificaba la mentira. Pasado el verano me olvidé de aquel episodio. Volvió repentinamente a mí después de treinta años, cuando
por casualidad vi una foto suya en el apartado de sociedad de un
periódico. Al principio no la reconocí, si bien algo me era familiar
en aquel rostro, pero al leer su nombre, regresó mi infancia en Sierra Leona y aquella mañana en la que desde el fondo de un arroyo, me hizo un guiño fallido la fortuna.